Típicamente, con el último día del año, a uno le queda la reflexión de las cosas que han pasado y los ciclos que se cierran, de la vida que ha ocurrido con el paso del calendario que se acaba. Y sí, en efecto, justo eso pasa. El cierre nos trae reflexiones y un poco de melancolía por el tiempo que se nos ha ido y la vida que, aunque nos dio gran alegría, con dolor y tristeza, tuvimos que dejar pasar.
Sin embargo, el último atardecer, no es el final del último día este año, sino el inicio de la primera noche del siguiente. Y el cierre del calendario, resulta el momento idóneo para retomar la tarea de atender este blogcito abandonado.
Y las nubes del cielo hacen un atardecer bien bonito.
Y ocurren sorpresas inesperadas en el camino.
Y ocurren sorpresas inesperadas en el camino.
Y aparece un milagro luminoso.
Y parece que el milagro siempre estuvo ahí.
Y el último atardecer del año, se puede volver a sonreír.
Y parece que el milagro siempre estuvo ahí.
Y el último atardecer del año, se puede volver a sonreír.
Saludos al respetable y al no tanto