viernes, 30 de enero de 2009

La belleza del asesino

En las víboras se concentran los miedos del hombre; después de todo no es de extrañar, la muerte aguarda en sus ojos y eso es motivo suficiente para que el temor tenga cabida.

Sin embargo, hay más en ellas: su textura es atrayente, sus colores despiertan el ansia de mirar y tocar, su sinuosidad y movimientos perturban a las buenas conciencias, su veneno es la perdición de quién lo recibe, su figura refiere a no sé que demonio ancestral que invita al pecado de la libertad...

De alguna manera, el odio hacia ellas es un reproche a causa del deseo insatisfecho, del miedo de tenerlas cerca, de saber que la belleza del asesino no le corresponde a los cobardes.

Se les quiere mucho y se les teme bastante más... relación vertiginosa que difícilmente tiene un feliz final...

me suena... me suena...



Saludos al respetable y al no tanto

miércoles, 21 de enero de 2009

Cazador redundante

Después de un considerable periodo de estío/hastío mental, regreso al sitio a compartir (por fin) fotografía. Esta charla está muy relacionada con el primer comentario recibido acá; se habla de la redundancia fotográfica... de cierto modo es un mea culpa por algunas entradas que se verán en este sitio en el futuro...

Entre mis sujetos fotográficos más queridos están los animales, especialmente las aves. Ellos hacen muy buena parte de mi archivo, protagonizando algunas de las mejores tomas. Sin embargo, dedicarles muchos disparos sin involucrar suficiente esfuerzo intelectual en ello generó una colección de tomas técnicamente exitosas, pero con la misma idea sembrada en cada uno de los sujetos. Así, después de verlas consecutivamente, un ojo educado se cansa con facilidad. Una a una son notables, pero en conjunto se convierten en algo parecido a trofeos de caza: pierden vida y fuerza.



Este es un problema común en la fotografía: la redundancia.

¿Cuantos de nosotros hemos visitado algún sitio arqueológico, monumento, edificación ó paisaje reconocido y nos hemos visto tentados (sin resistir la tentación) a hacer la toma del lugar...? Y nos damos cuenta que resulta la imagen que todos esperan... la "postal" del sitio.

Propiamente, no hay nada de malo en ello, siempre y cuando esa toma no sea la única ni la mejor que brinde la cosecha. El riesgo de llevar nuestros ojos y cámaras a esos lugares comunes reside en que, siendo precisamente registros esperables y esperados, limitan la creatividad, y en consecuencia, la posibilidad expresiva, anulando el fin de hacer la fotografía.

Explotar abundantemente un tema debe darle al fotógrafo la posibilidad de encontrar sus secretos para hacer imágenes nuevas, encontrar lo no visto y mostrarlo. Más que una posibilidad, es la responsabilidad del que busca hacer fotografía.

Y aunque debo confesar que los "retratos de carácter" de bichos me siguen siendo tentadores (¿irresistibles?), también me esfuerzo en el intento de que mis tomas digan cosas nuevas...

Para vencer los lugares comunes hay que abrir los ojos un poco más...
esa es la tarea y justamente en eso trabajo ahora.




Saludos al respetable y al no tanto